-En cuanto al sexo- dijo Boris- yo estoy siempre listo.
Boris me fue derivado por un viejo colega. Desde el primer encuentro dudé
si tomarlo como paciente, y como esas dudas no podía justificarlas le propuse
sólo un par de entrevistas. Quedaba así pendiente cómo continuar. Es decir, si
íbamos a continuar.
-El sexo para mí –especificó Boris- es un desafío. Un experimento. Me
gusta correr todo tipo de riesgos y con todos los sentidos. Me gusta
exponerme y concretar cada fantasía; andar por caminos prohibidos, tolerar
que las cosas sucedan y cuánto más imprevistas mejor.
Boris toma agua a sorbos cortos, sin dejar de mirarme, y continúa:
-Pero ella… Ella ha cambiado. Al principio era la compañera ideal. Había
tenido otros hombres, claro, pero la conduje como a una de esas pastoras de soneto que deja atrás el rebaño y descubre el Deseo con mayúscula. No
importaba dónde ni cuándo, ella siempre estaba preparada, dispuesta. Aprendió
a tener una desnudez desenvuelta y un vocabulario encendedor. Pero,
insisto, ella ha cambiado. De una forma que no puedo describir. Cero interés,
pone excusas, ¡y no llevamos ni un año juntos! Por eso estoy acá: para que me
ayude a entender qué se le oscureció a ella…
-…quizá más bien se le aclaró: que no es a ella a quién usted desea, sino
verse a sí mismo siempre listo y desafiador- le señalé.
Quedamos en silencio. Y fue en ese preciso instante que la decisión
pendiente se concretó.
foto: Rolf Rempel
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22 de noviembre de 2014
EN CUANTO AL SEXO
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