6 de abril de 2014

CINCO DÍAS

                                                            



Olga en cuanto regresó de las vacaciones me buscó por Skype.
-¿Qué tal esas vacaciones?
-Bien. Bueno, más o menos. No sé.
-¿Qué pasó?
-Conocí a un señor. Me gusto. Me encantó. Me fascinó. Fueron cinco días nada más, pero lo pasamos fantástico. Pasión, mucha. Y montón de coincidencias. Charlamos, charlamos sin parar.
-Genial entonces…
-…no, nada genial. Lo arruiné todo porque a último momento me puse mal, rara, y en la despedida le di una dirección de e-mail falsa, un número de teléfono falso.
Olga es una mujer guapa, lúcida. Se separó hace añares y cada tanto decide que ha de cambiar su vida en forma radical, salir a conquistar sin miramientos –ciertos viajes, clases de tango, solosysolas-, y sin embargo jamás se entusiasmó con hombre alguno.
-¿Qué te pasó, Olga?

En esos cinco días Olga se muestra entusiasta, disponible, relajada, amorosa. Habla de sí misma, aunque nunca suele. Cuenta historias de finales felices.
Sin embargo.
Ocultó que vive en una zona que detesta. Que su ropa siempre al borde de lo inusable es síntoma y emblema. Que ha guardado un sinfín de objetos inútiles que representan las pocas decisiones que supo tomar. Que tiene un consultorio pobretón porque ha perdido la fe en su profesión y en todas las profesiones que pudiere ejercer. Que la otrora prominente seguidora de Lacan, sólo recibe retazos del trabajo de otros. Que tiene una familia impresentable que reclama o recrimina. ¿Cuánta verdad queda? Reconocerse harta, por ejemplo. Admitir que no soporta su propia cobardía. Que cuando ardían las Torres Gemelas, envidió a los bultos desplomándose desde las alturas porque a ésos algo legítimo, indiscutible, perentorio, les permitía finiquitar de una vez.
-Olga: era prematuro contarle ciertas cosas...
-Sí. O quién sabe. Quizá hubiera cabido la simple, prístina verdad. Ir quitando capa tras capa hasta llegar al hueso de la verdad. Pero no: una cosa es la verdad, y otra es quedar expuesta.



foto: Genoveva Ayala


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