Saliendo
anoche del cine vi a Liza. Nos saludamos desde lejos y con un gesto me
hizo saber que el hombre que la acompañaba -parece parece, insistió el gesto- capaz de decir
lo que ella espera.
Amanecí
pensando en Liza. Fue mi paciente hace años; llegó malherida, harta de
sentirse distinta por sentirse distinta. Con adustez narraba su historia
crecí a puro rigor y oscuridad, una huérfana conviviendo con sus padres, mamá
en otra, él un hijoeputa.
En
cada sesión retomaba el relato, siempre frizeando la bronca: mis quince y me bañaba, el viejo exigía
que me apurase y le dije voy a salir cuando termine, entonces a la fuerza
abrió la puerta, me sacó de la ducha y así empapada como estaba, así desnuda
como estab,a me dio una paliza con la mano abierta y luego con el puño hasta
tirarme al piso, dejé de hablarle hasta hoy, mi madre no intervino no opinó.
Ese
episodio la obliga a circular y colarse por temporadas en casa de amigas aprendí a necesitar poco, vivir de
arrimada. Completa el secundario y por una recomendación comienza a
trabajar en una galería.
Creía
poseer una brújula interior enclenque que aun así la ayudó junté dinero para comprar un
departamentito milimétrico donde colgué un hogardulcehogar cursi que yo misma
pinté.
Novios,
un par de amantes. Aclaró que en principio no pensaba formar una familia; sin
embargo, cumplidos los cuarenta, notó que en su presencia se ironizaba sobre
la soltería o esa renuencia a la maternidad. La presionaron, de hecho.
Su
médico clínico me la derivó.
Primera
cita un día de lluvia; me fascinó esa delicadeza y parsimonia al desprenderse
del impermeable y las galochas. Menuda y enhiesta, de una belleza escondida.
Se ubicó frente a mí y esquivando la presentación formal dijo que venía por
un ajuste.
Para
qué, pregunté como pregunto siempre. Se rió. Y de inmediato precisó que sólo
quería encontrar alguien capaz de decir “acepto que seas como seas, que ames
cuando estés lista y rechaces lo que te parezca”.
Eso
quería, nada más
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foto: Genoveva Ayala
30 líneas para mostrarnos toda una vida. Sólo 30 líneas necesitás y yo me vuelvo a sorprender de lo bien que lo hacés.
ResponderEliminarMuchas gracias, Rodrigo. Viniendo de un escritor es un piropo flor.
ResponderEliminarQuizás toda nuestra vida se resuma en treinta líneas, pero habría que esperar al final y que alguien la escriba. Liza, por lo pronto, quiere tener otras treinta líneas por delante..
Lindo relato, Marta! Yo estoy trabajando esta frase hace décadas! "Dejar el deber ser para simplemente ser". Seguimos en contacto. Un abrazo y gracias por compartir tu blog, Gabriela Colombo
ResponderEliminarGabriela: No cabe duda que el "ser simplemente" debe llevar décadas. Algunos ni se lo plantean, te aseguro.
EliminarEl blog es un puente y perdonarás la obviedad. Lo he tendido, ahora lo circulamos. Soy yo la que agradece.
Texto intenso, profundo y sencillo a la vez. Este blog va tomando color. Un abrazo desde Buenos Aires. Andrea y Luis.
ResponderEliminarSencillez la meta: el blog y yo hacia allí apuntamos. Nada fácil, como ustedes saben.
ResponderEliminarEn el camino, parece que el blog gana respeto.
Desde esta primavera en ciernes va mi abrazo.