En Marzo de 2010 consultaron. Toda la familia incluyendo a Nuria, la abuela materna. Del chico de 17 años, ingresado a una Comunidad aislada que calificaron de secta, hacía meses que no tenían noticias.
Nuria criticó cada una de mis intervenciones acusándome de orillarlos a la resignación. Tras dos sesiones ella dejó de concurrir.
Supe que esa abuela movió contactos y corazones. Consiguió ubicar el lugar. Fue. Le impidieron ingresar. Al menos adhirió a su causa al dueño de una Provisión cercana donde la Comunidad se abastece de lo que no produce; acuden en dupla, hablan conciso, algunos hicieron voto de silencio.
En estos días Nuria me solicitó una entrevista a solas; llegó mustia, desvaída, agotada. Se había contactado con el nieto.
-Al principio me buscó él. Llamó. Susurraba, citando al Maestro: esas baratijas sobre el Futuro Hombre; puras estupideces, le aclaro. Y de repente colgó, como si lo obligasen.
Hubo una segunda llamada.
-Esa misma tarde. Dio muchísimos rodeos para pedirme dinero. Vacilé, entonces él agregó: es urgente. ¿Cuán urgente? Urgentísimo. ¿De qué se trata? Mi novia tiene que hacerse un aborto, el Maestro ya sabe. ¿Y los padres de la chica saben? No, y los míos tampoco deben saberlo. ¿La querés? La quiero. ¿Ella está de acuerdo? Y sí, porque sino debería irse, son las normas, tenemos una misión... En fin: prometí que giraría el dinero, y le recomendé estar muy junto a la piba. Mandé la cantidad que pidió con yapa, y me consta que se lo dieron.
Nuria se tapa la boca con un pañuelo. Le ofrezco un vaso de agua y lo rechaza. Le urge seguir, ir al punto.
La abuela esperó que el chico se comunicase de nuevo. Una semana. Nada. Otra semana. Entonces consulta al benévolo dueño de la Provisión. El hombre está al tanto de que el "asunto" se concretó y de que la chica, angustiada, partió de inmediato sin dar razones.
-Comprendí que él estaría acongojado, deshecho, pero yo merecía unas palabras. ¡Qué digo! Me-las-de-bía.
Furiosa, deja en la misma Provisión un mensaje para el chico lamentando que no se hubiera dignado a informarla personalmente. Y aunque duda hacerlo, agrega que aclare cuándo devolverá el dinero.
El nieto nunca contestó.
-Nunca. Pero dejó a sus padres un mensaje en el contestador automático pidiendo (sin dar explicación alguna) una suma que, claro, es esa suma. Como imaginará, jamás me importó ese dinero. Tampoco voy a aceptárselo, ¿o sí?
La pregunta era para mí. No iba a responder. No en ese momento.
Me encanta la entrega doble de pintura y relato. Esta historia deja muchas preguntas abiertas, cuestiones para seguir pensando. Te felicito.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu aliento.
ResponderEliminarTambién pensé que la historia hacía referencias a cuestiones que habría que desplegar, debatir; o al menos preguntarse qué haría uno en ese lugar, en tal situación.
Creo la ficción es así: dejar entrever, no más