Finalizando las breves vacaciones navideñas revisé todos los mensajes
recibidos, incluyendo el de este paciente que con su permiso comparto.
“…llegué bien. Me esperaba en el aeropuerto. Menos linda de lo que
imaginé, más dulce de lo imaginado. Los primeros momentos fueron difí- ciles:
volver a Pescara de donde salí a los 19 años y volver a verla cargando yo con
mi problema, mi secreto. A pesar de resistirme me acompañó al hotel: me urgía
cambiarme pero no me atreví a desairarla. Después anduve sin compañía la tarde entera, evitando rondar mi vieja
casa, evitando las reminiscencias. A la noche salimos a cenar, ella había
reservado una mesa con vistas al jardín adoquinado de un bodegón. Supuse que a
la segunda copa de vino –un rojo rutilante - podría decirle algo de mí. Mientras tanto ella, fresca, plácida, detalló su vida de mujer prematuramente
divorciada y sin hijos, su lucha por no enmohecer en un lugar donde todos
sabían lo que sabían, y de vidas y muertes de sus vecinos que también habían
sido míos. Yo, callado. Tenía presente lo que usted me dijo en una ocasión:
una cosa es la verdad y otra el verdadicidio, y por eso temía contarle lo que
estuvo a punto de impedir que tras meses de intercambio de mails aceptase ir
a verla. El vino ayudó recién a la cuarta copa. Tal si hablara de un otro
tonto e indefenso, fui narrando como la incontinencia se presentó artera y
solapada machacando mi cotidianeidad, hasta convertirme en el hombre vencido
que no quería ser. Ella escuchó, cómo decirlo, con dignidad. Y entonces supe
que a pesar de los 58 años transcurridos sin verla, seguía siendo la muchacha arrebolada
y arrebatada que amé y que dejé y que nunca quise recordar mientras armaba
una familia lejos y me hacía abuelo y malencarado y con pañales. Y aunque
en esos 58 años jamás la soñé siquiera, recién al enviudar me di cuenta que
me hacía falta ella, sólo ella. En fin: acá estoy todavía y no tengo claro
cuándo regreso, la mantendré al tanto. Afectuosamente, Carlo.”
|
foto: Genoveva Ayala
No hay comentarios:
Publicar un comentario