-¿Y tus
padres?
Charlábamos separados de la artificiosa algarabía
de un vernissage. Él, psicoanalista, ya había inquirido sobre mis padres como
todo buen glotón de historias familiares.
-¿Y tus
padres? – le tocaba a él contarme.
-Mi mamá –dijo- tenía frente amplia, boquita
pintada, pies de muñeca; heredé su pelo negro y los ojos un poco miel, otro
tanto verde. Tocaba la guitarra y tejía con dos agujas. Creció jugando
rayuela en una casa y en una ciudad que ya no existe, ceñida por una
tradición obsoleta. Su padre desapareció un verano y ninguno volvió a
nombrarle. Heredó ese baúl con manteles hilvanados, alas de capelina, actas apolillándose. Era agnóstica. Y diabética. Tuvo dos hijas a las
que vistió iguales y un hijo al que no atendió mucho. A los cuarenta años comenzó a achicarse transformándose en casi nada dentro de sí misma.
Se le quebró la voz.
-No tengas miedo –continuó- no voy a llorar.
Aprendí cada domingo a no llorar. No llevábamos flores sino piedras. Vieras a mis hermanas y a mí empantanados frente
a su tumba con el sol a la espalda y una sed terrible y unas ganas terribles
de volver lo más pronto posible a casa. Al domingo siguiente otra vez a
quitar yuyos, a limpiar el mármol con un pañuelo de tela empapado. No
lloraba. No quería. Y ahora pienso si quizá, quizá digo, fue ahí donde comencé
a prepararme para ser este sujeto que vengo siendo. El que quisiera ser.
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20 de febrero de 2015
NO QUERÍA
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Me ha gustado... diferente y bien relatado, original... conformando los personajes.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras.
ResponderEliminarEs una historia de gente que termina adquiriendo una profesión ligada a la intimidad, al devenir, a la variedad de miedos, a las dudas, a las apuestas vitales, a las fantasías de la gente.
Y el camino hacia esa profesión comienza muy tempranamente.
Me gustó mucho. Me gustó cómo el personaje se define menos por lo que dice que por la forma de decirlo. Me gustó el rasgo intertextual de boquita pintada y la irónica asociación entre diabetes y agnosticismo, la contención en "dos hijas a las que vistió iguales y un hijo al que no atendió mucho" y me gustó el baúl con unos pocos despojos que pintan una vida. Me gustó.
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