27 de marzo de 2015

LENTO, LENTO





Cuando su madre enmudeció por completo sin causa aparente, a Leonor la despacharon a vivir con los tíos y allí fungió de prima pobre. Tenía 11 años, par de trenzas, una cartuchera de lápices repleta.
Estudia más que otros y obtiene una beca que le permite vivir en una residencia para estudiantes en otra ciudad, en otra galaxia. Conoce a Rony y de golpe ya viven juntos.
Buscaron un hijo. Fue arduo. Emprendieron un tratamiento, y otro y otro, así hasta seis. Al fin nació Florencia, Miflor, Florita. 
Nació la niña ojos glaucos con un problema que los médicos a veces evalúan así y otras asá. Va a crecer, sonreír,  dirá helado y jugará a la mancha pero lento, lento. Rony trabaja medio día y otro medio día Leonor pues Florcita necesita que se la mime y malcríe como ninguna.

Leonor no especifica cuándo exactamente. Lo cierto es que por primera vez en su vida se largó a rezar. ¿A quién? Quién sabe.  
Se trata de rezar, así, simple.
Rezar como forma de debatir en el insomnio sin despertar a nadie. Rezar por las voces pendientes de su madre y hasta por sus tíos que sin embargo. Rezar para que así/asá termine y que lo lento apure, y por Ronyflor y por ella que ha dejado de saber tanta cosa. 
Rezar, sobre todo, para nunca perderse el consuelo que el rezar, así, simple, a quien fuere, le viene dando.




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