14 de junio de 2015

BARULLO, REMOLINO








Quince días de vacaciones en familia, un balneario pequeño, sin lujos.   
En la costa me contacté con algo que podría llamar mi esencia mineral. Ese caparazón de arena mostró mi pequeñez, mi hechura; el mar ayudó a recapitular itinerarios que todavía no, que quizá ninguna vez.
Fui consciente de cuánto desconozco del mundo animal; sólo supe el nombre de unos pocos árboles. Y cielos descubrí. Y el aire y lo que sopla y lo que arremolina.
Escuché lo tantísimo que hay más allá del barullo humano, lo que pita la niebla e insinúa el alba.   
Conocí gente que hablaba de las cosas sencillas de su vida y de la mía. En familia aprovechamos para contarnos unos a los otros –sin apuros, sin interrupciones, sin medios tiempos- lo que estábamos esperando y siendo e insistiendo.

Regresamos ayer.
Apenas quince días y había olvidado la omnipresencia del cemento y de los autos, más el estrépito cuasi obsceno y la mugre. Que gente duerme en la calle. Que otros tantos deambulan. 
Recorrí mi casa, casi desconociéndola. Mi casa   repleta de cosas que nunca me hicieron falta, demasiado recoveco que nadie emplea.
Sentí pudor o como se llame. Gemí sin permitir que me consolaran: era preciso, era preciso.
En el contestador automático del consultorio varios mensajes, ninguno urgente por lo que todavía no respondí. No puedo. No debo, mejor dicho. No sin antes decidir quién soy ahora, hacia dónde se supone que estoy yendo.





2 comentarios:

  1. Querida, si bien siempre se escribe sobre uno mismo, y quienes leemos valoramos si nos toca algún punto del alma, la naturalización del vértigo ciudadano/nuestro, se sorprende en la belleza de la lentitud, los espacios, aires, cielos diáfanos. El regreso suele ser un lento "enfermar" aunque los premios sean valiosos y queridos. Gracias

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    1. Querido Gustavo,
      está el placer del tiempo que puede fluir, un mar que es agua más piedra y gesto, y el contacto con la natura que tan poco contactamos. Pero viene el regreso que es un aterrizar en lo que uno olvidó: está cercado de alguna forma. Se está lejos de todas formas, aunque cosas y gente valiosa nos espere.

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