8 de agosto de 2015

QUINCE AÑOS

                   

Con Valentín tenemos amigos en común y solemos encontramos en alguna reunión, aunque nunca conversamos como ayer. Él había bebido un pelín de más y discurría sin pausas.
Es astrofísico y enhebró deliciosas anécdotas sobre lunas, asteroides, nebulosas. Y de golpe, sin introito, soltó: soy producto de un incesto.
Supe que iba a escuchar callada, muy callada.
-Un incesto de un padre con una hija. La madre de esa hija (viene a ser mi abuela) echó al marido (mi padre, mi abuelo) y se quedó junto a la hija (mi madre). Una chica de quince años, mi madre. Crecí entre esas dos mujeres, en un clima insoportable, donde no se sabía cuál odiaba más a la otra. Sacrificadas, eso sí. Trabajadoras, puntuales, dedicadas a criarme lo mejor, a pagarme los colegios y una universidad privada y una maestría en Leipzig…
Proseguí en silencio.
-Nunca vi al señor hasta que enfermó y lo internaron en un lugar infesto. Tenía curiosidad, quería saber si había formado otra familia y abusado de otros hijos o se había convertido en padre/abuelo de alguno. Fui dos días seguidos, para estar seguro. Pero nada. Murió el señor casi de inmediato y no estuve en las ceremonias de la muerte. Mi abuela, su ex, sí.
Y continuó, mientras se servía otra copa:
-Me pregunto siempre, si en caso de tener una hija de quince años le permitiría seguir adelante con un embarazo así o la hubiera…¿cómo decirlo?...orillado a hacerse un aborto, y si el aborto estuviere prohibido en vez de pagar maestrías en Leipzig me la habría llevado a un país donde el aborto fuese permitido… 
En ese momento se acercó la novia de Valentín y con extrema gracia extrema firmeza le señaló que era tarde, hora de partir. Él se puso de pie, yo también. Me sonrió, le sonreí.
-Te agradezco que no hayas dicho nada. Y te agradezco que no me mirases con conmiseración como me miran otros. O con morbo, claro. Sé que como los boxeadores los psi tienen “la trompada prohibida fuera del ring”, y cumpliste.

Observando de qué forma Valentín saludaba a uno por uno, besos, golpes fraternos en la espalda entre hombres, imaginé a la quinceañera y a esa abuela y a él en aquella casa. Llorar, ganas de llorar tuve y ninguna otra cosa.




2 comentarios:

  1. Brutal! Recién lo leo aunque tiene más de un año y te sigo. Yo no hubiera pagado la maestría... Un abrazo, Meche.

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    1. También yo recién te leo, me disculpo.
      El tema del incesto viene casi siempre ligado a la pregunta sobre el aborto: quién lo prohíbe y por qué, quién debe someterse a un aborto y quién decide que no. El hijo nacido producto del incesto cargará toda su vida ese secreto a voces, esa marca de dolor y renuncia.

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