Con Valentín tenemos amigos en
común y solemos encontramos en alguna reunión, aunque nunca conversamos como ayer. Él había bebido un pelín de más y discurría sin pausas.
Es astrofísico y enhebró deliciosas anécdotas sobre lunas, asteroides, nebulosas. Y de golpe,
sin introito, soltó: soy producto de un incesto.
Supe que iba a escuchar
callada, muy callada.
-Un incesto de un padre con una
hija. La madre de esa hija (viene a ser mi abuela) echó al marido (mi padre,
mi abuelo) y se quedó junto a la hija (mi madre). Una chica de quince años,
mi madre. Crecí entre esas dos mujeres, en un clima insoportable, donde no se
sabía cuál odiaba más a la otra. Sacrificadas, eso sí. Trabajadoras,
puntuales, dedicadas a criarme lo mejor, a pagarme los colegios y una universidad
privada y una maestría en Leipzig…
Proseguí en silencio.
-Nunca vi al señor hasta que
enfermó y lo internaron en un lugar infesto. Tenía curiosidad, quería saber
si había formado otra familia y abusado de otros hijos o se había convertido
en padre/abuelo de alguno. Fui dos días seguidos, para estar seguro. Pero nada. Murió
el señor casi de inmediato y no estuve en las ceremonias de la muerte.
Mi abuela, su ex, sí.
Y continuó, mientras se servía
otra copa:
-Me pregunto siempre, si en caso
de tener una hija de quince años le permitiría seguir adelante con un
embarazo así o la hubiera…¿cómo decirlo?...orillado a hacerse un aborto, y
si el aborto estuviere prohibido en vez de pagar maestrías en Leipzig me la
habría llevado a un país donde el aborto fuese permitido…
En ese momento se acercó la
novia de Valentín y con extrema gracia extrema firmeza le señaló que era
tarde, hora de partir. Él se puso de pie,
yo también. Me sonrió, le sonreí.
-Te agradezco que no hayas
dicho nada. Y te agradezco que no me mirases con conmiseración como me miran
otros. O con morbo, claro. Sé que como los boxeadores los psi tienen “la
trompada prohibida fuera del ring”, y cumpliste.
Observando de qué forma
Valentín saludaba a uno por uno, besos, golpes fraternos en la
espalda entre hombres, imaginé a la quinceañera y a esa abuela y a él en
aquella casa. Llorar, ganas de llorar tuve y ninguna otra cosa.
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8 de agosto de 2015
QUINCE AÑOS
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Brutal! Recién lo leo aunque tiene más de un año y te sigo. Yo no hubiera pagado la maestría... Un abrazo, Meche.
ResponderEliminarTambién yo recién te leo, me disculpo.
EliminarEl tema del incesto viene casi siempre ligado a la pregunta sobre el aborto: quién lo prohíbe y por qué, quién debe someterse a un aborto y quién decide que no. El hijo nacido producto del incesto cargará toda su vida ese secreto a voces, esa marca de dolor y renuncia.