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Faltando diez minutos para su sesión Rony avisa que
no llega. Voy manejando, dijo, y ahora no puedo explicarte
¡pero soy feliz!
Momento: ¿dijo estoy feliz o soy feliz?
Jamás le había escuchado pronunciar algo semejante.
Su discurso de hombre de soledades, siempre teñido de dolor y por tanto de
bronca, trufado de culpas ajenas
De modo que tengo esta hora libre en una tarde
programada minuto a minuto; con café doble, galletas de avena y tres
aceitunas me dispongo a preparar un nuevo texto para el blog.
La felicidad: interesante tema.
Por supuesto sería absurdo arrancar con la
diferencia (que la hay) entre estoy feliz y soy feliz. No. Inútil desgranar la
palabra felicidad: ninguna palabra es la emoción, solo la evoca.
Rehúyo de los Grandes Relatos sobre el asunto. Menos
aún deslizaría como propias las ideas de Epicúreo
que consideró a la felicidad como una responsabilidad humana que
se encuentra en el placer -del cuerpo y del espíritu, insistía el filósofo-
llevado con calma y equilibrio.
Y
despacharme con mi felicidad, no ha lugar.
Cuesta
abordar el tema.
Más cuesta
porque en cuanto anoto una frase me asaltan ramalazos de la historia de Rony
que ni por asomo dijo felicidad acá, en el consultorio, y es posible que en
ninguna otra parte.
Rony se
casó muy joven y de inmediato llegó el embarazo buscado; soñaban con un varón
y tuvieron un varón. Y fue justo participando activamente en el parto cuando
comprendió que no amaba a su mujer. La consideraba graciosa y solícita, un
espíritu sensible, pero no para quererla.
Dejó de
mirarla. Le cerró
las esclusas.
En tanto,
el hijo es marino mercante, la esposa se recibe de fonoaudióloga y Rony
regenta el aserradero familiar en el que trabaja desde el secundario. Y cada
Navidad se promete dejar esa casa, la familia y el país.
Así estos últimos 30 años.
Yo hasta ahora nunca le había oído nombrar a la felicidad. Y por lo que
veo poco lograré escribir sobre el tema hasta no aclarar si
dijo soy feliz o estoy feliz.
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Foto: Genoveva Ayala
Al no poder ser feliz, al menos nos queda el estado pasajero que nos indemniza por todoslos sufrimientos.¡Muy buenos esos microcosmos! Besos y adelante.
ResponderEliminarGuillermo Atlas
Ah, sí, la felicidad.
ResponderEliminarTan elusiva. Tan deseada. Perdonando la obviedad: cuando más elusiva más deseada o ¿deseada por elusiva?
Buscando definición de la felicidad, comenzando por Aristóteles, me encontré con textos que pecaban de obsoletos. Comprensible. Las felicidades (así,en plural) son evanescentes ya antes de ponerlas en palabras.
Y muchísimas gracias por tu aliento.
La felicidad ¡qué buen chiste!
ResponderEliminarDicen algunos que la felicidad es lo más serio que les ha sucedido.
EliminarLo que no te puedo asegurar es que sean personas de confiar...
La felicidad es como Dios. No se ve, es insaciable, exigente y, para muchos, inalcanzable, pero nos consuela pensar en ella como algo posible (SIC)
ResponderEliminarUna definición estupenda.
EliminarYo seré ingenua –o creyente sin proponérmelo- cuando considero a la felicidad como muy posible. Siempre y cuando se soporte su temeridad e inmediatez, o que a veces resulte tan resistente a nuestro escepticismo.
Querida Marta, fue un acierto que hayas abierto este kiosko y que las golosinas tengan precio y no te tenga que preguntar cuánto cuesta cada una. Por ahora compro la primera, la medio y la última; el nutricionista, el médico clínico y el dentista me han prohibido los dulces, pero hoy es mi día permitido, entonces te pago los caramelos y te regalo el cambio, hoy no quiero el vuelto ni monedas: hoy estoy contento y te lo digo "en feliz" porque cuando uno está contento, uno habla en feliz. Miroslav
ResponderEliminarFeliz es la palabra caramelo. Y no te digo lo que uno siente si se saborea de a poco. O tiene una bolsa llena escondida bajo la almohada.
ResponderEliminarFeliz es lo que ni el nutricionista ni el clínico ni el dentista osarán prohibirte. Si lo hicieren, allí están los textos que sos capaz de escribir para detenerlos.
El kiosco es de 24 hora: no te apures para llevarte ahora mismo el resto.