No debí hacerlo, quizás. No de ese modo, al menos. Pienso, a la distancia, que era preciso explicitar el motivo de mi actitud mas fue lo único que en ese momento logré hacer. Es una disculpa, sí. Es una razón, también.
Vayamos
al acontecimiento.
Era la primera entrevista de Valentín, de unos 45
años. Un atildado, de buen ver. Llegó tarde, excusándose con énfasis
aunque el pretexto era pueril.
Se apoltrona en el sillón que le indico y sin decir agua
va se presenta con un discurso ensayado. Logros profesionales ‑es
neurocirujano- viajes profesionales, proyectos profesionales. Cierta
falsa modestia, usando un nosotros que aludía a su equipo -otro de sus innúmeros aciertos. Habló de lealtad, palabra que considero peligrosa en el
trabajo y en política detestable. Hasta ahí todo bien, digamos.
Tras un intervención mía, comenzó a referirse a la vida afectiva. Ante todo, su ex mujer. Nunca la llamó por el nombre, solo eufemismos.
De inmediato pasa a centrarse en el único hijo, adolescente que tilda de enigmático, esquivo, ensimismado. Y ese era el motivo -a pesar de sus reticencias con la psicología, subrayó- por el que llegó a mi consultorio: solicitar directivas para tratar a ese muchacho. Supongo que le explicité que no doy directivas, aclaración pedestre, redundante.
Por lo demás escuché con atención cuidándome de no
soltar alguna de mis preguntas garfio. Sin embargo. Lo que me hará pasar la
cadena, desbocarme, será su forma de referirse a la señora que limpia la casa y que osó opinar sobre el muchacho. Esa negra, dijo. Ese mamarracho, dijo. Esa
extranjera desubicada.
Me puse de pie. Ni tenía claro para qué, pero me era
imposible permanecer sentada. El tipo respingó y como persistí en mi posición,
a la larga se puso de pie. Hasta aquí llegamos, aduje con en esa voz de
analista que me conozco. Momento: lo que dije exactamente fue no tengo el menor
interés en seguir escuchándolo, así, sin eufemismos.
Ah, Ahora entiendo el nombre del Blog. ¿Es porque usted es psicóloga? "Directivas" ¿es un cuento, o algo textual que le pasó con un paciente? Como anécdota de consultorio puedo opinar que el "analista" es muy poco tolerante con el paciente. (¿siempre "se deja por hoy" con alguien que es mal educado?)
ResponderEliminarComo cuento, según se lee, ("en la primera entrevista de Valentín") se supone que habrá una segunda. Decía, que como cuento me gustaría leer esa segunda entrevista.
Veremos. Un saludo. Suyo, Atte. Sabino.
Sabino: gracias por su lectura.
ResponderEliminarLa protagonista de estas ficciones -aparecen cada semana- es una psicoanalista desencorsetada, más allá del clisé de la analista que todo lo puede/todo lo sabe. Y en cada historia hay nuevos personajes (no siempre pacientes) en situaciones diversas, de modo que no habrá un relato de una segunda entrevista.
El tal Valentín resulta ser un señor digamos que altanero, que usa expresiones discriminatorias inaceptables; son éstas las que llevan a la analista a "saltar la cadena". ¿Sucede realmente así en una sesión de terapia? O mejor dicho: ¿debería suceder? Será interesante ver qué opinan los lectores, incluyendo a mis colegas.
En cuenta a la frase "dejamos por hoy" es una clásica forma de despedir en la consulta. Un: nos vemos la próxima... Y se aplica a todos por igual.