28 de septiembre de 2013

INSTRUCCIONES



Quise pero no es el momento, Me han señalado en ocasiones que se extraña en mi blog historias con remates felices, sin que conlleven desesperación u olvidos. Quise escribir algo así pero no es el momento: acabo de regresar de un velatorio y necesito compartir esta historia.

Tony llegó a estudiar a nuestra ciudad aprovechando que su abuelo -oculista jubilado y viudo- vivía en una casa enorme, un tanto taciturna aunque de jardín  inquieto y esmerado, rosas, rododendros. Hombres solos; cada cual en lo suyo, en su cueva, alguna vez comparten la cena sin charlas personales, pura amabilidad descafeinada. Tony consideraba que el viejo quizás acudiría a Dios como se acude al médico: únicamente en caso de dolor o sangrado intenso. 
Llegó el momento en que el abuelo no pudo levantarse. Los profesionales emitieron sus diagnósticos, se contrató a una enfermera. Infaltable la parentela con sus zalemas y frases hechas, prometieron regresar y nunca cumplieron. El nieto pasaba horas a su lado, leyéndole y esperando que el viejo dijera, dijera algo.
Y una madrugada habló.
Era un ruego y una orden y una exigencia. Debía el nieto seguir simples instrucciones que encontraría en un sobre en la caja fuerte y  así,  como primer único imprescindible secreto, como un gesto de máxima piedad, apurar el final.
Esa misma tarde Tony, amigo de mis hijos, pidió hablar conmigo. Charlamos por horas. Tenía urgencia de llegar al asunto, asunto que consistía en decisión que debe y no sabe tomar. Se explayó en los detalles; pasó de la angustia a la certeza, de la negativa a la ilusión, de comprender a  fantasear huidas en diverso formato. Y por supuesto, ya transitadas las dudas, quiso saber qué le aconsejaba yo. También me explayé.

Como anticipara acabo de regresar del velatorio. Fui con mis hijos y mi marido. Tony nos abrazó a uno por uno y cuando me tocó el turno en susurros le pregunté cómo se sentía. Aliviado, respondió. Aliviado.



foto: Rolf Rempel

1 comentario:

  1. Buenos días Marta, los psicólogos sois un bien social imprescindible, por lo que hay que cuidaros y mimaros por el bien colectivo y el buen funcionamento del conjunto.
    Yo, por lo pronto, te envío un beso.
    Sete

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