La gata permaneció impasible cuando Xavi expresó animales de esa forma.
Esa gata -tamiza parte del día bajo mi sillón del consultorio- tras años de
avistar pacientes sabría también desacreditar a los humanos, pero se abstiene. Y si al oírlo ella fantaseó partir, comprende
que jamás le abriré la puerta en mitad de una sesión. Aguanta.
Xavi cometió el error, según comprende ahora, de asociarse a su cuñado en
un negocio.
-Es un haragán, un incompetente, incapaz de tomar iniciativas – Xavi declama-
y es absurdo lo que le he ofrecido, lo que recibe. Ni se merece la mujer que tiene…
- …y usted se la merece? –pregunta la gata y yo lo verbalizo.
Xavi se revuelve en el asiento haciendo crujir los nudillos, luego toma
un vaso de agua a sorbos minúsculos y se acomoda la ropa en demasía. Precisa palabras,
las busca.
-Le tengo cariño a mi novia, pero desde que conocí a quien sería mi
cuñada, aunque es bastante mayor y nunca me trató de forma especial, me
di cuenta que debía haber sido mía, exclusivamente mía. Aguanto lo que
aguanto para no darle a ella un disgusto, porque si pudiera actuar como preciso…
La gata suspira. En cuanto a mí, tengo claro qué cabe interpretar, solo aguardo el momento propicio. Y Xavi balbucea: anhela, lo sé, lo sé, oprimir
el botón reset, licuar sus gestos amén de proscribir cualquier expresión de
mi parte. Desvanecerse, desvanecerme.
Silencio.
Y al fin Xavi, inclinado hacia adelante, acercándose a mi persona un
pelín más de lo debido, suelta ustedes,
las mujeres, convierten a los hombres en animales.
Es entonces cuando le digo a Xavi lo que venía esperando su turno de ser
dicho. Y recién entonces es cuando la gata ronronea, ronronea, satisfecha.
foto: Rolf Rempel
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9 de noviembre de 2013
MUJERES
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Amé esa gata que sabe interpretar y sabe ronronear cuando es debid. Quizà necesite una para mi consultorio.
ResponderEliminarGracias Marta por tus historias,
Un abrazo,
Ana
Ana: soy yo la que agradece.
Te recomiendo una de esas gatas, aunque sean ficcionales. Saben decir y callar a tiempo; y si saben estarse quietas sopesan con sabiduría a los pacientes...y sobre todo a los analistas. En tu consultorio -que no conozco pero no importa- seguramente te vendría bien una de ellas por más ficcional que sea.