3 de mayo de 2014

VISITAS RESTRINGIDAS

                                                                   

                      
Presencié la disertación de un psicoanalista sobre “la dramática parental” o algo parecido. Lo único interesante fueron las historias de pacientes que aderezaba su exposición, de las que rescato una francamente autobiográfica.

Es el caso de Roque, padre de Ben.
Ben es el consentido de la madre porque -aduce ella- los avatares tras el parto en que ese chico nació la obligaron a sobreprotegerlo. No bien producido el alumbramiento, permanece internada en terapia intensiva una semana; luego dos meses en un cuarto decolorado, taciturno, y con visitas restringidas pues hubo de plantar un cerco para contener a los abuelos u otros opinantes.
Roque acompañó con presencia y contención, aunque atormentado, angustiado, sobrepasado. Nunca admitió que acababa de ser padre y no sabía siquiera qué sentir. Tampoco sabía de qué forma resolver cuestiones prácticas tales como hasta dónde dejar que el bebé llorara o durmiese; menos supo con quién compartir eso que le estaba sucediendo por encima de cualquier información científica a mano. La parturienta limitada y el niño en brazos del padre que apenas logra ocuparse de sí mismo.
Jamás ese padre aceptará que desde entonces su hijo le resulta un extraño. Simplemente no nos entendemos, dice el padre; simplemente prefiere a mi hermano, dice el hijo. Lo concreto es que se mantienen tan distantes como han podido. Roque comprobó que Ben se le escabulle, que no lo necesita y que aun trabajando en el mismo oficio no quiere recibir ninguna información –no digamos consejo- de un padre que conoce ese mundo al dedillo.

Para encontrar el modo de relacionarse con su hijo Roque busca ayuda profesional, pero sesión tras sesión llega con retraso y permanece la mayor parte del tiempo mudo. Y sospecho que el analista, aunque no lo declare, sesión tras sesión viene sabiendo cuán poco podrá ayudarlo.






2 comentarios:

  1. Un relato angustioso por el mero hecho de ser el pan de cada dia entre muchas relaciones padres&hijos. Muy bueno amiga

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  2. Querida Anna, sí el pan de cada día. Vidas en el disimulo y en el ocultamiento. Recién ahora mujeres y hombres se preguntan ( y algunos logran contestarse) si quieren, saben o es preciso ser padres.
    Los hijos de padres que al menos se lo preguntaron, esperemos que se planten en la vida mejor.

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