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Hay amigos que lo fueron siempre, que estaban listos para serlo desde
antes que uno los conociera. Lucio, colega, padrino secular de mi hijo menor,
confidente.
Hoy almorzamos juntos, sin testigos. Tengo que comentarte algo, había
sido su forma de invitarme.
Lucio dijo: todo empezó con la
enfermedad de mi viejo. Por los libros, por nuestros pacientes, sé que muchos
hijos desarrollan una especial actitud ante padres melancolizados: andar en
punta de pie, cumplir a rajatabla los mandatos. Ocuparle poco lugar al padre
triste o tratar de dar “solo alegrías”. La tarea es por supuesto vana; nadie
puede dar solo alegrías, nadie cura así a un melancólico, ningún hijo trae
“el pan de la felicidad bajo el brazo”. Pero lo intenté, y me alegro. Y
cuando mi padre se murió pensé que la vida me daba la oportunidad de tocar el
punto más bajo para que a partir de entonces nada me asombrase. Me puse de
novio con Meche casi en el velatorio mismo, y tuve claro que ella lo hacía
por lástima y tuve claro que su lástima era mucho menor que la mía por mí
mismo. Por eso fuimos novios demasiado poco tiempo y se embarazó y de pronto
nuestro hijo estuvo allí y así fue como en el segundo aniversario de la
muerte de mi padre yo ya era padre.
Hasta ahí la versión de su historia que le conozco, la que cada tanto ventila. Lo nuevo es que
pretende separarse de Meche. Lo nuevo es que la
melancolía ya no lo habita y que todo lo construido sobre ella ha dejado de
tener sentido.
Lucio dijo: bueno, en realidad ni
sé si ha dejado de tener sentido exactamente. Pero necesito que así sea.
Espero que Meche lo comprenda. Espero que vos también lo comprendas.
foto: Genoveva Ayala
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25 de abril de 2014
A RAJATABLA
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Una historia verdadera... Gracias Marta
ResponderEliminarQuerida Anna, soy yo la que agradece.
ResponderEliminarLas ficciones - como escritora que eres ya lo sabes-, inspiran a la realidad, y la realidad escribe lao finales que las ficciones dejan abiertos.