31 de diciembre, 23.20 horas.
Ya paseó a los perros (Mao y Sigmund). Ya se preparó un
pan con tomate y calentó café. Bajó las persianas y encendió la radio nomás
como telón de fondo para evocar a Clarita.
Ella, pura galaxias de pecas y rubores imprevistos.
Solía merodearla en pliegues y oquedades. Esa nuca catar y esa espalda
toboganear hasta emborracharse con las piernas, con los pies. Supo acaparar
sus pechos y acampar en su vientre para olerla, olerla sin prisas ya que el
aroma de esa mujer no es secular ni terreno.
Remolinos de abrazos se procuraron. Delta de besos ella
prodigó. Ninguna palabra florida, sin embargo. Ninguna robada.
Decidió telefonearle y se topó –obvio, a esa hora de
ese día- con el contestador automático. Cortó. Quince minutos después volvió
a llamar, no sin antes ensayar el mensaje que dejaría.
Hola Clarita,
soy yo. Te dije que tenía que tomarme un tiempo, pero también te dije que
este año sin falta me iba a contactar contigo. Necesitaba pensar y pensé. Y
me decidí. Si me aceptás estoy resuelto a irme para allá; aunque eso sea como
un pueblo, aunque no quede otra que vivir a cuadra y media de tus padres, y
aunque tenga que empezar de cero un negocio o algo por estilo. Sí, estoy
dispuesto a hacerlo. Y lo hago porque…–titubeó pues
jamás expresó cosa parecida- porque yo…
te amo.
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30 de diciembre de 2014
TELÓN DE FONDO
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Hermosa declaración para fin de año. Salud amiga Marta. Un beso muy fuerte, Anna Genovés
ResponderEliminarMi querida Anna: fin de año quiere dar el empujón a nuestra valentía. Hay que dejarse. Y si son valentías de amor: más.
EliminarEl personaje de este relato, al fin, dijo lo que ni siquiera se había animado a decirse a sí mismo. Cuestiones amor, claro.
Un gran abrazo para ti también!
ah el amor! nos hace valientes,temerarios! pero nos completa como ninguna otra cosa! que buena manera de terminar el año! Gracias Marta, por estar ahí
ResponderEliminarMi querida Ana, siempre te encuentro del otro lado del puente que traza estos relatos.
EliminarLos amores nos constituyen, lo sepamos o no, lo busquemos o no. Apuran, cincelan, nos toman de la mano. Y al personaje de este cuento no lo dejan abandonar el año sin jugarse.