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Quince días de vacaciones en familia, un balneario pequeño, sin
lujos.
En
la costa me contacté con algo que podría llamar mi esencia mineral. Ese
caparazón de arena mostró mi pequeñez, mi hechura; el mar ayudó a recapitular
itinerarios que todavía no, que quizá ninguna vez.
Fui
consciente de cuánto desconozco del mundo animal; sólo supe el nombre de
unos pocos árboles. Y cielos descubrí. Y el aire y lo que sopla y lo que
arremolina.
Escuché
lo tantísimo que hay más allá del barullo humano, lo que pita la niebla e
insinúa el alba.
Conocí
gente que hablaba de las cosas sencillas de su vida y de la mía. En familia
aprovechamos para contarnos unos a los otros –sin apuros, sin
interrupciones, sin medios tiempos- lo que estábamos esperando y siendo e
insistiendo.
Regresamos
ayer.
Apenas quince días y había olvidado la omnipresencia del cemento y de los autos, más
el estrépito cuasi obsceno y la mugre. Que gente duerme en la calle. Que otros tantos deambulan.
Recorrí
mi casa, casi desconociéndola. Mi casa repleta de cosas que nunca
me hicieron falta, demasiado recoveco que nadie emplea.
Sentí
pudor o como se llame. Gemí sin permitir que me consolaran: era preciso, era preciso.
En
el contestador automático del consultorio varios mensajes, ninguno urgente
por lo que todavía no respondí. No puedo. No debo, mejor dicho. No sin antes
decidir quién soy ahora, hacia dónde se supone que estoy yendo.
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14 de junio de 2015
BARULLO, REMOLINO
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Querida, si bien siempre se escribe sobre uno mismo, y quienes leemos valoramos si nos toca algún punto del alma, la naturalización del vértigo ciudadano/nuestro, se sorprende en la belleza de la lentitud, los espacios, aires, cielos diáfanos. El regreso suele ser un lento "enfermar" aunque los premios sean valiosos y queridos. Gracias
ResponderEliminarQuerido Gustavo,
Eliminarestá el placer del tiempo que puede fluir, un mar que es agua más piedra y gesto, y el contacto con la natura que tan poco contactamos. Pero viene el regreso que es un aterrizar en lo que uno olvidó: está cercado de alguna forma. Se está lejos de todas formas, aunque cosas y gente valiosa nos espere.