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Volví.
Se
acabaron las largas vacaciones.
Ciertas
cosas están en su lugar, no se movieron. La que me moví fui yo. Dicen que todo
viaje es solo un viaje. Pero todo viaje es ante todo un viaje interior, como
cualquier mudanza.
Lejos,
aun de vacaciones, se puede ser Otro. Otro ficticio a todo vapor. Inventarse
una historia, dejar que te confundan, andar confundido. Se puede, no es
obligación. Lo que no se ve sino a la distancia o cuando las hilachas del
viaje mermaron, es que quieras o no los cambios acaecieron y uno cambió en
cuestiones menores que contaban aunque por menores nadie, ni uno mismo, les
hacía caso.
Vacaciones.
Dejé de
escribir, de contestar correos salvo los urgentes, de emitir mensajes. Leí
con la voracidad de siempre. Miré cielos. Caminé hasta hartarme. Escuché a
los míos, les dejé que me dijeran que sí y que no de nuestra vida. Recreé el
amor.
Y ahora,
en mi consultorio, con los muebles y los libros y las plantas en su territorio,
siento claramente que volví. Trabajé toda la mañana, mis pacientes aludieron
a mi larga inactividad mientras desgranaban este o aquel pesar que vienen
sorteando a duras penas o ni siquiera.
Tuve
ganas de llorar a la hora del almuerzo y no era tristeza. Era estar de vuelta
y ser capaz de desenredar; también por escribir el blog, rearmar la agenda de
seminarios que dictaré, avisarles a los alumnos que ya estuvo, que bueno, que ahora. Y cuando más hacía eso que se hace llegando, más lograba reconocerme
como la que vengo siendo.
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24 de enero de 2016
VOLVIENDO
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Hola preciosa, te leo... y te siento - que gran paso, creo que te hacia mucha falta - deseandote una vuelta hacia ti mismo con mucho carino. Es un gran desafio la vida, sentirla, respirar, caminar - no hay mucho más... Dejar el racocinio un poco al lado - sentir el aire, el mar, el viento. Te abrazo y te extrano, Iris
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