A él, el oblomov del grupo.
No sólo lo eligió: dejó que la amara la idolatrara. Y se casaron en ceremonia febril, con un juez amañado, sin aviso. Tornaron marido y mujer, alianza y libreta -sus padres ante tal esposa ocho años mayor, le advirtieron- a pasar la luna de miel encerrados en un cuarto de azotea alejado porque ésa aúlla antes y durante y después. Y entonces el embarazo.
Se sentó a cuidarla. A dejarla dormir por ser la madre de su bebé que todavía ni nombre e historia porta.
Se sentó a fantasear la creatura: ombliguito empelusado, arvejita en serpentina, caracolito batido por mar nocturno.
Se sentó a pensar en lo que jamás, incluyendo tema ganarse el pan en el taller familiar empezando de abajo, como un ebanista cualquiera, cepillar, lijar.
¿Qué habrán sido? ¿Cuatro semanas o más? Digamos que poco más: hasta unas siete. Partió con todo bártulo, prolijamente todos. No dejó marcas. Cero carta o anuncio. Ni disculpa, por supuesto.
Cuando nació la niña, uno que dijo ser el padrino le avisó. Es menudita, pesa apenas dos kilos cien, la bautizaron Selena.
La visitó de chiquita, al principio seguido. La madre de la hija vivía
a trasmano, con un hombre primero, con otro después. Cada cumpleaños mandó un regalo; o fue a dejarlo: en ocasiones la encontraba, otras pedía a una vecina que lo recibiese. En la fiesta de quince a último momento rehusó participar. Pagó los estudios incluyendo computadora/celular. La llevó a conocer su flamante consultorio de psicoanalista en barrio de psicoanalistas.
En cuanto Selena apareció con novio tatuado él le advierte, pero igual les equipa una casa de patio y sombra.
Y ahora su Selena lo hará abuelo.
En cuanto Selena apareció con novio tatuado él le advierte, pero igual les equipa una casa de patio y sombra.
Y ahora su Selena lo hará abuelo.
Es una historia de amores de nunca acabar.
foto: Genoveva Ayala
foto: Genoveva Ayala
Marta:
ResponderEliminarCasi desde un principio leo este blog y siempre siento: esta película ya la he visto, podría ser mi propia historia.
Como si estuvieras metida en mi interior extrayendo lo que siento y no quería contar.
Muchas gracias.
Te agradezco mucho tu lectura sostenida, tus palabras.
ResponderEliminarDicen que la realidad viene viniendo cada vez más parecida a la ficción -tiempo ha que anhelaba parecerse sin conseguirlo- y que las historias personales amenazan seguir ese camino. Me consta que hasta lo silenciado puede trasmutarse en ficción, lo que en ciertas circunstancias es muy ventajoso.
Marta,
ResponderEliminarMantienes el ritmo frenético y sencillo de la vida cotidiana de a pie. Entretienes con todos tus relatos… Eres una cuenta cuentos perfecta.
Me gusta leerte y, además, cuando te leo pongo un acento argentino: chica ¡es inevitable!- así lo disfruto más.
Un besote amiga,
Ann@ Genovés
PD. Te dejo el enlace de mi última publi por si queires echarle un vistazo. Blancanieves también te gustará. Gracias.
http://annagenoves2012.blogspot.com.es/2012/06/ninos-sin-alma.html
Anna: muchas gracias.
ResponderEliminarEl acento argentino no puede soslayarse, aunque como sañalas la vida cotidiana no difiere acá, allá. Ni los temores, ni las indecisiones, ni las renuncias.
Te sugiero leer mi novela "Inquietud" (RH-Mondadori) que retoma con mayor intensidad ese tema, y viendo tu obra creo que te va a interesar.
Hasta pronto, entonces.