6 de enero de 2013

COPA HELADA





Pasó Diciembre. Amén de la demanda usual de sesiones extras, recibir llamados fuera de hora, tuve que trabajar en el consultorio el 31 mismo y hasta la tantas a pesar que festejaríamos Año Nuevo en casa.

Organizamos un sarao con baile, cotillón, pavo, cero pirotecnia, para familia y montón de amigos. A las 11 de la noche tocaron el timbre, abrió mi sobrino y creyendo que era otra invitada hizo pasar a Cally. Una paciente. 
Una ex paciente. 
Una ex paciente a la que dejé de atender meses atrás al declararme incompetente para hacerlo. ¿Motivos? Una chica con un historial cruel y cruel ella misma, en ocasiones violenta. No daré otros detalles.
Desconocía el arribo de Cally pues justo adornaba el postre en la cocina. En tanto, ella había comenzado a soltar preguntas difíciles, confusas, irrespondibles. 
Cuando salgo con la bandeja repleta y me topo con Cally a punto estoy de gritar. Me contengo, por supuesto, y la saludo sonriente, le convido con una copa helada que rechaza, inquiero a qué se debe su visita.
-Odio las Fiestas.
-Sí, son momentos difíciles. Entiendo que...
-...usted no tiene la menor idea, acá se ve que usted jamás ha sufrido- dijo, y nadie evitó escucharla. Los presentes, paralizados, esperan que yo los organice, indicando qué, qué hacer.
Pensar.
Sopesé opciones -desde las proverbiales a las atrevidas- a máxima velocidad; ahora, ahora, me exigía a mí misma aunque rechazo decidir apremiada. Al fin dispuse tomar a Cally suave e inflexiblemente de la mano y encaminarla hacia la salida, asegurándole que podríamos hablar en otra ocasión pero que en ese momento debía irse. Debes irte, subrayé.
Se fue. Y yo me encerré en el toilette: necesitaba estar sola un rato y volver a respirar.
¿Hice lo correcto? Dudo aún.

Las 12 campanadas de rigor. Brindamos, claro que brindamos. Abracé y besé a todos. Y como suelo en los fines de año, a cada uno de mis hijos le garanticé que en el próximo los querría más que nunca. 



6 comentarios:

  1. Querida amiga y colega.
    Qué fuerte!. La narración tan concisa: me hubiera gustado saber mucho más. Me impresionó que te expusieras como analista al contar esto.
    Feliz 2013!
    Susana

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  2. Querida amiga y colega:
    En este texto inaugural del 2013, y en general en estas ficciones, busco subrayar las dudas que -por suerte- nos acucian en nuestro oficio.
    Dubitativos o frágiles o temerosos o cautos e incautos o ambivalentes (o todo junto) así presento a mis personajes, tanto analistas como a sus pacientes. Así nos expongo.

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  3. La chica tenía que irse, yo hubiera hecho lo mismo para preservarla tammbién a ella.

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  4. Es cierto, urgía preservar a la chica, tomando en cuenta que ya esa analista se había declarado incompetente de continuar atendiéndola (aunque, lástima, no se aclaran los motivos). Y a la par la analista debía preservar a los suyos y a sí misma.
    Tarea compleja, constante e imprescindible; va de suyo que no siempre se logra hacerlo ni es totalmente claro a quién se cuida más.

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  5. Unos versos con una carga emotiva muy fuerte. La semilla dará el fruto del amor desbordado. Hay una serie de la HBO –no muy conocida, aunque notable- que es el vivo reflejo de tu blog: me encanta. Se llama, “In Treatment”. Muy bueno. Besos, Ann@

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  6. Anna:muchas gracias por tus palabras. Y siempre por tu lectura.
    Conozco la serie -me halaga que la compares con el blog- y coincido en que mostrar el "detrás del telón" de la tarea analítica los une. Tarea y una no-casual elección de profesión que supone una emotividad intensa pero necesariamente contenida.

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