Le
enseñaron o decidió que debía ser virtuosa y así crecer y permanecer. Virtuosa más allá de reflexión o apetencia. Es posible que nunca supiera cómo pensar o
si tenía derecho a desear, pero esas son especulaciones mías.
Lo
cierto es que se casó con un hombre que aquello que pensaba y deseaba constituía su
blasón. Un pesquisidor del tuétano -de personas o circunstancias- al precio que
fuese. Y eso incluía la vida sexual.
Hela ahí
sin negarse, sin atreverse a negarse. Desazón sentía y no
dijo nada. Miedo que tampoco dijo. Asco.
Cada día aguarda en turbación esa cena rápida e insípida y mirar televisión a su lado antes de la
escena que indefectiblemente comenzará con su desnudez y la desnudez
de él tan fuerte tan áspera para luego dormir a trompicones por si la escena se
repite y ella al menos quiere estar despierta.
Lo que
procuró fue nunca embarazarse. O ni siquiera tomó recaudos e igual no se embarazó, pero
esas son elucubraciones mías.
Por la
falta de hijos jamás hubo reproches. Las recriminaciones se centraron en el desaliño de ella, las sonrisas mustias o la rémora al zanjar naderías.
Tras un
infarto masivo finiquitaron las escenas.
Concurrí
al velatorio aunque evito en general ese clima, ciertas muestras de dolor
descafeinado. Era una obligación en tanto él ha sido mi maestro en la
Universidad, luego mi jefe en el Hospital; y que ella me consultó una sola vez
y me negué (no debía) a tomarla como paciente.
Me
acerqué a dar el pésame sin mencionar, obvio, agravios infringidos ni al
alivio que puede acarrear la muerte.
El viudo
agradeció mi presencia con celeridad para atender a otros, a los que fueron dispuestos a consolarlo con palabrería altisonante.
Muchas mujeres viven esa situación, me alegro que lo hayas contado por que no debería ser un secreto. Me gustó mucho Odio septiembre.
ResponderEliminarUn cariño desde Lima.
Bianca: muchas gracias por tus palabras.
ResponderEliminarAcuerdo contigo: muchas mujeres y muchos secretos.
En mi consultorio -en el real, no el de ficción de estas historias- escuché muchas historias de sujeción y dolor en la vida íntima; exigencias y obediencias degradantes.
¿Hay hombres que, por encima de su deseo, son víctimas de mujeres que les exigen llegar al tuétano? La biblografía dice que sí.
En cuanto a la historia "Odio Septiembre" es un homenaje a la que fuera mi maestra y guía, la doctora Marie Langer.