21 de septiembre de 2015

EL HIJO, EL PADRE



Jaime, 52 años, el padre. Diego, 17 años, el hijo.
Llegan a mi consultorio para una primera entrevista. Diego no oculta que ha venido a disgusto, removiéndose en una butaca: tan alto como el padre, pero muy desgarbado. Es Jaime el que comienza:
-No sé por dónde empezar. Quizá desde que Dieguito tenía cinco años y su madre se fue…
-…la echaste… –Diego acota.
-…después de una discusión sin importancia, su madre aprovechó para irse tal como había amenazado en varias ocasiones. Después…
-…después no dejaste que me viera, le prohibiste que me viera.
- Primero ella no dijo dónde estaba, y cuando la localicé le propuse, le pedí de hecho, que visitara a Dieguito, o que lo llevase a pasear o a dormir o a lo que ella quisiera…
-…nunca me dejaste ir a su casa…
-…no tenía un lugar propio, vivía por temporadas en casa de amigos y más adelante con un novio, uno que se ponía como loco cuando el nene la llamaba –Jaime se dirige siempre a mí.
-Yo la quería como fuera, no tenías que meterte…
- …a mí me tocó el papel de cuidar, de poner límites. Ella ni siquiera quiso visitarlo cuando yo no estaba, y su familia se comportó como si Diego y yo fuésemos culpables de algo. Pasó el tiempo y…
-…pasó el tiempo y ¿qué?...-Diego se encrespa.
-….pasó el tiempo, los años, y recién cuando se enfermó buscó a nuestro hijo.
-Me llamó y resultó muy difícil hablar con ella porque ya me habías inoculado el odio, ya me habías puesto en contra de ella, y no quiero que vengas acá a hacerte el buenito ahora, ahora que todo pasó- Diego revolea el índice derecho.
-La madre de Diego –me aclara el padre- falleció hace dos meses.
-¿Falleció? No “falleció”: se dejó morir…

En ese momento todo se detuvo. El aire, las afirmaciones, cualquier temblor.
Les miré a uno y a otro y de una forma que dejase claro que no había apuro, ningún apuro.
Jaime se cubrió la boca con un pañuelo.
Diego se acercó a la ventana, y dándonos la espalda, royendo palabras, al borde de lo inaudible dijo: se dejó morir y yo, tremendo hijoeputa, no hice nada para evitarlo.


Foto: Rolf Rempel

2 comentarios:

  1. Un relato muy actual... Lo promocioné por redes, querida Marta. Un beso

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  2. MI querida, muchas gracias.
    Siempre tenerte de lectora es un lujo. Tanto como conocer tu obra de escritora. Un abrazo!

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