8 de octubre de 2012

NO HA LUGAR





Llueve. Tormenta se avecina.
Acabó de regresar de unas vacaciones a computadora cerrada y me encuentro con un quintal de mensajes; reviso uno a uno frente al ventanal diluyéndose en el aguacero.
También Aníbal escribió. Al leerlo comprendí que huelga contestarle: coincidimos en su momento que en cada pasado hubo un presente más un otro pasado pujando, pujando.

Aníbal es un colega que conocí en el aeropuerto; participaríamos en el mismo congreso pero una interminable demora del vuelo nos juntó. Hablamos, mucho, de todo. Ni recuerdo en qué momento pasamos a las confidencias y sin un gramo de eufemismo Aníbal reseña minucioso cómo a los nueve años un primo mayor abusó sexualmente de él a la par que amenazaba con matarlo si lo denunciase.
En la adolescencia revela a su familia lo acaecido. Escuchan. E instan a desistir de aporrear la memoria, que tampoco se enfrente al agresor. 
Ya fue, dijo la madre.
Entonces Aníbal comienza a fantasear con la destrucción del primo. Tortura y muerte. Relegó cualquier materia o pensamiento diverso. Muerte y tortura. Caminó la noche para rumiar tramar trenzar esa venganza que ‑supo, claro que supo- jamás concretaría.

Tras aquellas confidencias Aníbal nunca intentó contactarme hasta que en Enero un evento nos reunió. Al instante, directo, escatimando pormenores esta vez, me hizo saber que a su primo le diagnosticaron cáncer de páncreas. Llegará el día, repitió, es cosa de esperar.
El mail de Aníbal que acabo de abrir dice solamente “al fin”. No he de responderle. No ha lugar.


foto: Genoveva Ayala

2 comentarios:

  1. Marta: de dónde salen estas historas llenas de muerte porque desear la muerte me parece terrible por mas dolor que se haya vivido...

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  2. Representaciones de la muerte estuvieron presentes para Aníbal desde el momento que abusaron del él. Muerte de la inocencia, entre otras.
    Y esa amenaza que lo acompañó hasta la adultez plagada de muerte estaba.
    Y en la apatía de su familia había muerte.
    Y en los años que nunca ejerció una venganza concreta cuántas cosas habrán muerto para él?
    Estar deseando la muerte de alguien es terrible, acuerdo contigo. Pero te confieso que no sé qué hubiera deseado en su lugar.

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