14 de enero de 2013

TORRENTE

 



Estoy a punto de irme tras permanecer horas en la sala de espera de un sanatorio -acicalado, impoluto, pero clima de hospital- acompañando a Judith.
A su hijo de 16 años esta madrugada lo ingresaron por una sobredosis. ¿Qué consumió? De todo, en una fiesta en la que corrió la droga sin costo.
Sala de espera repleta. Y gente atribulada: la vigilia en un lugar como este, cuando el enfermo que corre peligro te ama o te ha amado, es un dejarse arrastrar por aguas turbias agarrado de un tronco. 

Judith sola, su marido y padrastro del chico se negó a acompañarla; cuando llegué ella había dejado de llorar y la anegaba temor y confusión pues le intimida el apuro del personal, menos imagina qué expresarle al hijo cuando se recupere.
-Los doctores tarde o temprano querrán mi opinión y no voy a lograr contestar lo correcto, ni siquiera preguntar qué debo hacer... por eso te llamé, esta es tu especialidad- balbuceó. 
Permanecí a su lado, callada, dispuesta a escuchar, escucharla; eventualmente opinar o intervenir.
Hace unos minutos se presentó a dar un informe sobre la evolución del muchacho un médico de guardia demasiado joven y por ende solemne, gesto adusto, jerga. Judith prestó máxima atención para luego, sin titubeo, sin pausa alguna, manifestarle que quizás para él (el médico) ese paciente era a lo sumo un cuerpo, un cuerpo más, pero su hijo habita –es- ese cuerpo intoxicado y está dispuesta a alojarlo dentro de ella y conectarlo a su respiración y a su torrente sanguíneo para salvarle.

Ya adelanté que parto. 
Acordarán conmigo que puedo irme tranquila. 
Judith demostró que sabe muy bien manejarse con los profesionales, y en cuanto a qué decirle al chico es obvio que tiene de dónde extraer las palabras.

  

4 comentarios:

  1. Querida Marta: cada tanto entro en tu blog; todo lo que leí me interesó o conmovió.
    Gracias por tus poéticas y vívidas gotas de realidad.
    Un abrazo,
    GD

    ResponderEliminar
  2. Querido Gustavo:
    Muchas gracias por tus palabras. Un placer que visites el Blog: me interesa mucho tu opinión.
    Aunque estas historias son ficcionales, ya sabrás que la realidad siempre imita a la ficción.
    En cada relato intento que los personajes no respondan al tópico de la analista sabihonda y los pacientes entregados. En la escena psi, por cierto, el vínculo realidad/ficción está muy presente.

    ResponderEliminar
  3. Marta, Buena entrada.

    Querida amiga,

    En una hora saldrá la publicación de los premios "THE BEST BLOG" que otorgo a los blog selecionados... Y te he incluido en la lista.

    Besos, Ann@

    ResponderEliminar
  4. Querida Anna:
    Me encanta leer tu blog, me encanta que nos leas.
    Y en cuanto a que dejamos-por-hoy esté incluido en tu famosa lista, ay, mi querida, eso sí es un halago mayor.
    Muchísimas gracias!

    ResponderEliminar