22 de mayo de 2016

NO CONOCÍA





No conocía la nieve. Ni el descansar, ni un desayuno tardío. No conocía secretos de su madre que murió de parto. No conocía réplicas agudas ni la ira pues el padre siempre manifestó lo imprescindible y lo imprescindible de a poco perdió sonido.

La conoció en la cola del banco. Cobrando la jubilación. Ella tuvo que darle charla. Ella lo invitó a tomar un café. Ella le contó su historia y le presentó a sus hijos y fotos del nieto. Ella propuso festejar el cumpleaños. Ella insistió en que saliera por primera vez del país para irse juntos a conocer Oslo, la ciudad que él nombró un día.

No conocía la nieve. Ni el cran-cran de los cuervos ni las noches fugaces. Tampoco los fiordos y un mar calmo. O las caminatas de la mano. No conocía estarse mirando, mirándose. Te quiero, le dijo ella y él desconocía la forma de decir yo también ni linda ni gracias. Pero cuando quiso llorar, y de alegría era, le costó pero supo.
       


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