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David, un ex paciente, me envió este mensaje:
"Ignoro si existe el Cielo pero de ahí vino justo en el
momento en que atravesaba mis tinieblas.
Llegó de ángel -sin alas por supuesto, sin alas-, a lo
sumo un arrebol un aleteo. Llegó a este lugar donde las rocas, nube y médano.
De inmediato dedujo que mi andar separado de la
manada es lo que incita a los lobos. Entonces tomó mi mano y caminó a mi
lado. Cantó y su canto fue avanzando y ascendiendo para darme un nombre, un
alias.
En mi piel escafandrada pastoreó sus caricias y besó cada
mueca en mi boca. Desnudo mi cuerpo ofrecí al que ella ya ofreciera y fuimos
garza y fuimos oso. Fuimos tifón y remolino hasta que el amanecer se
impacientaba en las cortinas.
Me hizo hombre, persona de carne y huesos, un bípedo
más en la naturaleza.
Mostró que el querer desenmaraña y que amar supone
obstinación e indisciplina.
Usted sabe que largamente he pasado los cuarenta y los
cincuenta y estoy convaleciendo. Pero aunque la muerte me considere su
legítima presa ya ha dejado de inquietarme, ya he dejado de invocarla...".
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2 de marzo de 2017
SIN ALAS, POR SUPUESTO
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Sentí mucho lo que escribiste, pensé que iba a lllorar, que es demasiado pareci do a lo que me gustaria escribir y nunca he logra do. Un abrazo, Hugo
ResponderEliminarHola Hugo, a veces llegan mis respuestas demasiado tarde, lo siento mucho Conmueven tus palabras como conmueven las palabras que van apareciendo cuando una historia ha de ser contada. No tengo consejos de escritura para darte, por supuesto. A lo sumo, dejar que las cosas se vayan acomodando en el texto y luego corregir y corregir hasta la locura. Un abrazo!
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