Acabo de
regresar de unas deliciosas vacaciones: playa, sobremesas, cero computadora. Me esperaban cúmulo de mensajes en el contestador del consultorio; ninguna
urgencia, nada llamativo salvo un anuncio de Iván de que logró desamarrar el enigma.
Conocí a
Iván tras mi conferencia sobre los secretos de amor y muerte en las
familias. Esperó hasta que concluyera y muy conmocionado, en susurros, me relató lo que venía viviendo.
Para el
festejo de los 80 años de su abuelo emergió una parentela remota y estrafalaria,
condiscípulos del homenajeado más vecinas olvidadas. En ese evento, un hilado
de comentarios le hicieron sospechar que algo le ocultaban y que ese algo tal
vez, tal vez, estaba en relación con su identidad.
Salió a
escarbar.
He ahí
su partida de nacimiento fechada en Octubre de 1988 -13 meses después de la
boda de sus padres como constató en el Registro Civil-, además del certificado
de la Maternidad en que nació. Sin embargo. Una a una reexaminó las fotos de sus
progenitores con sujeto neonato en brazos, sujeto que sin duda era él. A la
vista un álbum que recopila su huella plantal y testimonios del asomo de un
primer diente y ese momento en que aprendió a deambular. Sin embargo. Merodea a
viejas tías para sonsacarles. Revuelve ficheros, quebranta cerraduras.
Hoy, en
cuanto retomé la actividad, de inmediato telefoneé a Iván.
Sí.
Secreto existía. Y su madre bajo presión lo develó.
Hubo
tiempos en que a esa mujer la desterraron: adolescente embarazada es recluida
por meses –lejos, en el campo, al cuidado de gente desconocida y austera- hasta
parir. Parto en casa, en sombra, en silencios.
El bebé
nació muerto, le dicen. Ella jura que es mentira, que se lo quitaron aunque
nunca lo comprobó. Y cuando Iván quiere saber quién era el padre de esa
criatura, la madre clama, solloza, suplica.
-Hasta
ahí llegué.
-¿Vas a
seguir indagando?
-No,
mamá tiene derecho a guardarse ese tramo del secreto.
foto: Rolf Rempel
Querida Marta: divina historia que remite a identidades perdidas y por perder.
ResponderEliminarFelicitaciones.
Un beso, Sergio.
Querido Sergio:
ResponderEliminarmuchas gracias por tu aliento.
En el tema de las identidades sé que sos un especialista. Pero verás que con las por perder no me atrevo: solo con las renovadas, readquiridas, las que aguantaron, las que parecían en cuestión mas permanecieron incólumes. Y con las secretas, por supuesto.