7 de mayo de 2013

HUBO TIEMPOS


                                            


Acabo de regresar de unas deliciosas vacaciones: playa, sobremesas, cero computadora. Me esperaban cúmulo de mensajes en el contestador del consultorio; ninguna urgencia, nada llamativo salvo un anuncio de Iván de que logró desamarrar el enigma. 

Conocí a Iván tras mi conferencia sobre los secretos de amor y muerte en las familias. Esperó hasta que concluyera y muy conmocionado, en susurros, me relató lo que venía viviendo.
Para el festejo de los 80 años de su abuelo emergió una parentela remota y estrafalaria, condiscípulos del homenajeado más vecinas olvidadas. En ese evento, un hilado de comentarios le hicieron sospechar que algo le ocultaban y que ese algo tal vez, tal vez, estaba en  relación con su identidad.
Salió a escarbar.
He ahí su partida de nacimiento fechada en Octubre de 1988 -13 meses después de la boda de sus padres como constató en el Registro Civil-, además del certificado de la Maternidad en que nació. Sin embargo. Una a una reexaminó las fotos de sus progenitores con sujeto neonato en brazos, sujeto que sin duda era él. A la vista un álbum que recopila su huella plantal y testimonios del asomo de un primer diente y ese momento en que aprendió a deambular. Sin embargo. Merodea a viejas tías para sonsacarles. Revuelve ficheros, quebranta cerraduras. 

Hoy, en cuanto retomé la actividad, de inmediato telefoneé a Iván.
Sí. Secreto existía. Y su madre bajo presión lo develó.
Hubo tiempos en que a esa mujer la desterraron: adolescente embarazada es recluida por meses –lejos, en el campo, al cuidado de gente desconocida y austera- hasta parir. Parto en casa, en sombra, en silencios.
El bebé nació muerto, le dicen. Ella jura que es mentira, que se lo quitaron aunque nunca lo comprobó. Y cuando Iván quiere saber quién era el padre de esa criatura, la madre clama, solloza, suplica.
-Hasta ahí llegué.
-¿Vas a seguir indagando?
-No, mamá tiene derecho a guardarse ese tramo del secreto.


foto: Rolf Rempel

2 comentarios:

  1. Querida Marta: divina historia que remite a identidades perdidas y por perder.
    Felicitaciones.
    Un beso, Sergio.

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  2. Querido Sergio:
    muchas gracias por tu aliento.

    En el tema de las identidades sé que sos un especialista. Pero verás que con las por perder no me atrevo: solo con las renovadas, readquiridas, las que aguantaron, las que parecían en cuestión mas permanecieron incólumes. Y con las secretas, por supuesto.

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