26 de octubre de 2013

AUSENTE

  
    
Fui porque quería saludarlo. A pesar que evito ciertos eventos en instituciones psi –hablan en difícil, simulan que no hay desfile de modas- como Benny estaba de paso, solo me quedaba asistir a su conferencia.
Benny fue miembro de nuestra cátedra; un tipo lúcido, carismático, adorado por los alumnos. Un día apareció con su novia: a las mujeres nos pareció una hueca, a los hombres una diosa. Se casaron sin mayor ceremonia y partieron a radicarse en Londres.

Tras la conferencia salimos a cenar en grupo. Por suerte me senté al lado de Benny; ahora que lo tenía cerca corroboré cuán agrisado, mustio, encogido se veía, y antes que pudiese decidirme si haría un comentario al respecto, él movió la silla de forma tal que permitió mantener una charla privada entre el griterío.
Cuando llegaron a Londres –relató- él de inmediato se dedicó a las tareas en la universidad que había sido contratado; ella intentó armarse una vida social en el campus aunque odiaba su silencio y los aspavientos de la troupe que lo habitaba, también odiaba el invierno y hablar en otro idioma. Dos años después nació Cinthya, una criatura adorable que Benny amó desde que participó en su nacimiento. La madre no lograba ocuparse de la criatura, y Benny tuvo que intercalar en su larga jornada tiempos para atender a la niña, y atender a su mujer que parecía ausente, cada vez más ausente. Se ocupó virtuosa y obsesivamente de ambas.
Para el primer cumpleaños de Cynthia, luego de meses de aislamiento reciben amigos en la casa, y Benny comprueba que su esposa frente a los invitados se muestra juguetona, comunicativa. Cuando Benny la confrontó, se enzarzaron por horas en una discusión agria, violenta, plagada de reproches, hasta que ella -en pocas palabras y a los gritos- confiesa que no sabe si Cynthia es hija de él porque al tiempo de embarazarse tuvo una aventura con un profesor invitado, en el campus mismo.

Hasta aquí llegó el relato pues justo nos interrumpieron con el postre y un brindis, y a Benny lo solicitaron otros comensales. Resultó imposible retomar la charla. Me despedí con las frases de rigor, deseándole mucha, mucha suerte. La suerte no existe y si existe me desaprueba, contestó. 



4 comentarios:

  1. Jugarretas que te hace la vida sin comerlo ni beberlo…

    Saludos, Anna

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    1. Querida Anna: Sí, jugarretas. Lástima que no sabremos qué hizo y hará este hombre con la información que ahora tiene. Y quién se atrevería a juzgarle tomase la decisión que él tomase...
      Un abrazo, Marta

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  2. Wow, me encantan tus historias, sabes hacerlas cercanas y masticables.
    Espero que hayas podido solucionar el problema con el pc que me comentabas, Marta.
    Un abrazo.
    Sete

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  3. Muchas gracias, Setefilla. Las historias me llegan, se imponen para ser contadas: soy su escribiente. Nunca he revelado las historias de mis pacientes, por supuesto; pero he aprendido con ellos los sinuosos caminos por los que transita el dolor.

    Y en cuanto a los problemas con mi computadora, siguen vigentes, por eso estoy atrasada en responder y en colocar nuevas historias en el blog. Dicen que esta semana se arregará..
    Un abrazo,
    marta

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