30 de noviembre de 2013

COMO NUNCA





La boda de Katia y Bernabé fue anoche. Una fiesta deliciosa. La disfruté muchísimo, más aun sabiendo cuán difícil fue llegar a ese momento.

Katia pertenece a mi equipo de acompañantes terapéuticos. Enérgica, confiable. Pocas pala- bras, pocos remilgos. Hace unos meses en una reunión de trabajo la vi aturdida, abrumada; nos quedamos charlando a solas, sin premuras.
Y me contó.
Cuando ella tenía 5 años murió su madre. Cuando tenía 16, el padre. La orfandad –apuntó Katia- es como la yerra: sos ternera, te separan del rebaño, te meten en un corral, el hierro chamusca piel, carne, seso; te levantas, claro que te levantas, al menos para mostrar que no está todo dicho, pero como ternera ni sabés que pronto tan pronto como nunca, valerosa o no, podrián arrearte al matadero.
Hija única con pocos familiares dispuestos, Katia creció como pudo. Estudió como pudo. Se hizo un tanto adusta, puercoespina.
Cuando el año pasado conoció a Bernabé, divorciado, 26 años mayor, de a poco y casi a pesar de sí misma, fue encontrándose en el deleite y la ternura.  Al hacer pública la relación los hijos de él rehusaron comentar. Por el contrario, amigos de ella no dejaron de prevenirla y desalentarla.
-Dicen que puede ser mi padre. Es mi papá. Y mi mamá y mi hermana que recita y un hermanito menor morisquetas y una abuela que todo lo sabe y un tío irreverente y una prima que me hace reír y un sobrino malcriado y un bisabuelo generoso y un primo lejano que regresa y  mi socio y mi vecino. Y el que acaba de proponerme casa- miento y todavía no soy capaz de responderle.

Katia quiso saber qué opinaba yo sobre esa propuesta.
Opiné que mi opinión no tendría que tener ninguna relevancia. Opiné que tampoco tendría que tenerla la opinión de los demás. Y aunque era tan obvio como cursi opiné que ella sólo debía escuchar a su corazón. 


            


                      foto: Rolf Rempel         

8 comentarios:

  1. mostrar que no está todo dicho, pero como ternera ni sabés que pronto tan pronto como nunca, valerosa o no, podrián arrearte al matadero.

    ResponderEliminar
  2. Sí, la orfandad obliga a la valentía; al menos a mostrarse valiente y levantarse y andar y seguir y buscar. Pero. Eres frágil. Por siempre. Y con eso vives y con eso aprendes a quién acercarte y cómo seguir adelante.

    ResponderEliminar
  3. Me llegó al alma porque mi padre falleció cuando tenia 4a y mi madre se fue con él... Enternecedor y bien escrito. ¡Bravo amiga! Abrazos, Anna

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mi querida:
      padres que temprano se van y uno se queda esperando; esperando hasta que finalmente se pone a escribir. Dicen que la orfandad, las orfandades, cincelan escritores.
      Muchas gracias por tus cercanías, abrazos, Marta

      Eliminar
  4. Muy conmovedor, Marta. Y bien escrito. Y es cierto, la marca de la orfandad no te suelta, sé de eso más de lo que quisiera. Aunque a veces eso implica que peleás más de la cuenta solo para desmentirla. No conocía tu trabajo, me alegra que ahora sí! Ana

    ResponderEliminar
  5. Ana: muchas gracias por tus palabras.
    Marcado, así se anda en la orfandad, guste o no, se sepa o no. Y claro que un tanto querulante, temiendo querer, retaceando.

    Me encantó encontrarte en esa antología y también me acercaré a tu trabajo. Hasta entonces!

    ResponderEliminar
  6. Habrá mayor exponente de amor que encontrar a alguien que es todo? Suerte por fin la de Katia, que la vida le devolvió todo lo que le había arrebatado!

    ResponderEliminar
  7. quiero encontrar "todo" como la protagonista....sera mucho ?

    ResponderEliminar