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Lo dejó. Con dos criaturas. Como en las películas he ahí una carta de
despedida sin explicaciones sólo recriminaciones, prometiendo que pronto se comunicaría pero ahora necesitaba aire. Aire.
Por suerte era sábado. Deja a los chicos con los abuelos y parte a
comprar lo necesario. Un hacha. Asimismo bolsas enormes de basura. Carbón.
Vodka. La cabecera de la cama y las mesas de luz ceden ante el hacha, el
colchón no. Cinco bolsas se abarrotan de cuestiones varias; viste qué bárbaro –siempre se habla en
voz alta a sí mismo- todo un matrimonio
de años cabe en cinco bultos. La papelería incluyendo postales, fotos
enmarcadas y manuscritos a la parrilla.
A continuación se emborrachó, lloró, vomitó y se arrebujó en la alfombra. Al
despertar, sintiendo una flamante solidez y sabiduría, se dijo también necesito aire mientras la
afeitada mientras el desayuno.
La llamó por teléfono.
- ¿Qué pasa? ¿Qué hora es?- farfulla.
- Soy yo, llamo para decirte que soy libre.
- Es domingo temprano, hablemos después…
- …es que te tengo la mejor noticia, soy libre; podremos hacer todo lo que se nos ocurra, oficializar lo nuestro, presentarte a los
chicos, hablar con tu familia…
-Pará, pará –se ha despabilado- que no estoy lista; no así, de golpe.
Además, qué se yo, no sé si quiero criar hijos ajenos ¿me entendés? Lo vamos
charlando. Hoy voy a lo de mis viejos, pero en la semana nos vemos cuando
quieras.
Cortó. A renglón seguido me telefoneó a mí que estaba despierta aunque paralizada ante la computadora tratando de escribir el blog.
Sin darme
tiempo para saludarlo, dijo -se dijo- las
mujeres están todas locas: meses insistiendo que me comprometa, que a ver cuándo dejaba atrás mis compromisos, y ahora que soy libre
resulta que no quiere criar hijos ajenos. Las mujeres están todas locas, machacó.
Qué podía responderle. Será mi amigo, será colega, dimos un seminario
juntos, pero se reblandeció de golpe cualquier especulación o consuelo. Estamos todas locas. Me atuve a escuchar detalles sin replicar, lo invité a cenar a casa esa misma noche con los críos y me
lancé a contar en mi blog su historia sin dar nombres, por supuesto.
foto: Genoveva Ayala
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8 de febrero de 2014
AIRE, AIRE
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En tu estilo dejaste una historia dolorosa, dos mujeres ninguna flor.
ResponderEliminarAsí es, cuando se busca estar en todas partes dice que al final no se está ninguna, cuando se quiere mentir a dos puntas las verdades emergen como corchos, cuando se simula querer el desprecio termina acorralando . Y todo eso sin ninguna flor!
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