17 de julio de 2014

TATI, TATIANA









Ruso es el primo hermano de Rubén, crecieron amellizados: juntos las primeras cervezas, juntos a mirar tetas en el cine, a tocarlas. Se compraron a medias una moto y rifaron cuando le correspondía a cada cual; Ruso cedió casi todos los turnos, porque odia la velocidad, el barullo, la barahúnda en general. Cuando Ruso busca caricias, visita a Tati que no retacea. Tati sabe que lo va a lograr. Es decir, si Ruso junta un poco de lo poco que gana como violinista de casamiento, la llevará a Marruecos. Al menos, eso le prometió. Le gustaría también que la amase, que pasaran anudados no sólo una noche, pero eso él no lo tolera.

Tati viene de Tatiana, nombre difícil de pronunciar para su hermanito y así surgió Tati. El hermanito ahora está en la cárcel por drogas y la llama Tania. Crio a sus hermanos porque la madre pasaba la mayor parte del tiempo deprimida, en la cama, y tras un larga internación regresó mejor aunque temblorosa. Pintora surrealista hace retratos a turistas en la peatonal. Conoció a Ruso en una fiesta. Lo llevó a su casa, le contó una sarta de mentiras sobre su pasado, lo deslumbró con sus cuadros, le enseñó la cicatriz del apéndice, le adiestró en sus poses preferidas.
 
Rubén es psiquiatra como varios hombres de su familia, dos hijos, una ex implosiva. Cuando Rubén me consultó hace seis meses, acababa de comenzar una relación con Tati, -a espaldas de Ruso, por supuesto-. Ama a Tati desde que su primo se la presentó. Está dispuesto a luchar por ella, pero eso Tati no lo tolera: quiere jugar, un poco, sin consecuencias.
-Cuando más temo lo que podría suceder, más me doy cuenta que estoy haciendo todo para que suceda. Y cuando más me doy cuenta lo que está sucediendo, más me niego a salir de esa situación –dijo Rubén en la primera entrevista.
-Para qué- fue mi pregunta. Y nuestra tarea en este tiempo viene siendo desenredar la respuesta.







 foto: Genoveva Ayala

2 comentarios:

  1. Uf, estos tres están en un lío, cada cual cree tener el control de su circunstancia pero no es así. Y cuántas historias de tres existen, ¿verdad?Menos mal que tú nos lo cuentas con desenvoltura.
    Un beso, Marta.

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  2. Querida Setefilla, sí, triángulos y triangulaciones y trianguletes es lo que abundan. Y se callan. Y se disfrazan. Y se teorizan.
    En este trío hay dolor, lo sepan o no, lo quieran o no. Con que uno empiece a tirar de la cuerda del darse cuenta esperemos que sirva para que lo demás logren -tomando tus palabras- tener control de su circunstancia.
    Un beso, Marta

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