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Cansado, dijo. No cesa de repetir cansado, cansado.
Querría llorar pero no puede, no sabe.
Jonas vivió fuera del país ocho años por motivos
laborales; allí se casó con una compatriota y nacieron sus mellizas. La
nostalgia los hizo volver la Navidad pasada. Poco tiempo después Jonas perdió
el sueño, comenzó a estar furioso y a pelearse sin motivo con su mujer. Fue
ella la que lo obligó a consultarme.
“….cansado, es poco. Extenuado. Y si me encuentro con
un viejo amigo o un familiar, o en el Estudio o en la puerta del colegio de
las nenas, no hay vez en que no se haga un comentario que invita al
enfrentamiento. Porque ya no se trata de dar argumentos sobre cualquier tema,
sobre cualquiera, sino de descalificar al Otro, al que está del otro lado de
la vereda. Y esas veredas son compartimentos estancos de los que no se puede
salir, que no te dejan salir…
Primero Jonas se resistió y luego se encerró. Opinaban
a su derredor: está deprimido, es el aterrizaje, nada le gusta, se
desacostumbró, no quiere integrarse. Desde la primera entrevista supe que era
hartazgo.
“…. ¿cuándo empezó esto? ¿Cómo es posible que nadie lo
pare? Se endiosa a un líder y sin tapujos se alienta a destruir al líder
adversario. En las redes, linchamientos. Se invita a embestir, a denunciar.
Se burlan del que mantiene una posición, como yo, equidistante. Me han
querido obligar a que me embandere y, como no lo hago, se me enrostra una
falta de compromiso o pavadas del estilo…”
Sueña con irse. Y cuanto más sueña más atrapado se
siente. Las mellizas ya armaron su grupete de amigos, su suegro está
gravemente enfermo, y él sospecha que será para siempre un extranjero en la
esquina misma de su casa.
“…y usted, acá, encerrada en el limbo de su
consultorio, ¿también ha tomado partido? ¿Y aunque yo resultase del bando
opuesto está sinceramente dispuesta a ayudarme?...”
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29 de junio de 2018
HARTAZGO
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Un relato para reflexionar y preguntarse ¿qué hacer? si otro desarraigo y otra grieta más dramáticos y más, mucho más difíciles de superar nos acecharan: los de adentro, los propios, perder las raíces de uno mismo, ver al otro lado de la grieta a alguien que alguna vez conocimos como a uno mismo.
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