29 de junio de 2018

HARTAZGO





Cansado, dijo. No cesa de repetir cansado, cansado. Querría llorar pero no puede, no sabe.
Jonas vivió fuera del país ocho años por motivos laborales; allí se casó con una compatriota y nacieron sus mellizas. La nostalgia los hizo volver la Navidad pasada. Poco tiempo después Jonas perdió el sueño, comenzó a estar furioso y a pelearse sin motivo con su mujer. Fue ella la que lo obligó a consultarme.

“….cansado, es poco. Extenuado. Y si me encuentro con un viejo amigo o un familiar, o en el Estudio o en la puerta del colegio de las nenas, no hay vez en que no se haga un comentario que invita al enfrentamiento. Porque ya no se trata de dar argumentos sobre cualquier tema, sobre cualquiera, sino de descalificar al Otro, al que está del otro lado de la vereda. Y esas veredas son compartimentos estancos de los que no se puede salir, que no te dejan salir…

Primero Jonas se resistió y luego se encerró. Opinaban a su derredor: está deprimido, es el aterrizaje, nada le gusta, se desacostumbró, no quiere integrarse. Desde la primera entrevista supe que era hartazgo.

“…. ¿cuándo empezó esto? ¿Cómo es posible que nadie lo pare? Se endiosa a un líder y sin tapujos se alienta a destruir al líder adversario. En las redes, linchamientos. Se invita a embestir, a denunciar. Se burlan del que mantiene una posición, como yo, equidistante. Me han querido obligar a que me embandere y, como no lo hago, se me enrostra una falta de compromiso o pavadas del estilo…”

Sueña con irse. Y cuanto más sueña más atrapado se siente. Las mellizas ya armaron su grupete de amigos, su suegro está gravemente enfermo, y él sospecha que será para siempre un extranjero en la esquina misma de su casa.

“…y usted, acá, encerrada en el limbo de su consultorio, ¿también ha tomado partido? ¿Y aunque yo resultase del bando opuesto está sinceramente dispuesta a ayudarme?...”







1 comentario:

  1. Un relato para reflexionar y preguntarse ¿qué hacer? si otro desarraigo y otra grieta más dramáticos y más, mucho más difíciles de superar nos acecharan: los de adentro, los propios, perder las raíces de uno mismo, ver al otro lado de la grieta a alguien que alguna vez conocimos como a uno mismo.

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