11 de diciembre de 2013

DEVOCIÓN

             



Padre e hijo. Héctor (49) y Fran (21). En cuanto ingresaron al consultorio el padre reorganizó el mobiliario, sin aceptar mi ayuda, para acomodar a Fran que se desplaza apenas, lenta, pesada, robó- ticamente. Fran sufrió un accidente hace nueve años tras encaramarse de forma termeraria en una valla: cirugías, extendida internación, fisioterapia sin fin.

Cuando Fran finalizó la primaria, Héctor pidió el divorcio porque la vida hogareña le asfixiaba. Recibía al hijo fin de semana por medio en su casa; pero ese sábado, con la resaca de una ronda junto a la señorita que todavía rondaba por ahí, le ordena a Fran ir a jugar al parque cercano hasta que él lo vaya a recoger. Cuando Héctor llega al parque ya se había llevado al chico una ambulancia.
Y entonces Héctor pasó a consagrarse al chico. Devoción. Soportó las etapas en que Fran no quería seguir adelante o abominaba comer o mantenía ojos y brazos atrancados. Lo condujo, lo arropó. Le contó y le explicó. Intentó rezar.

Padre e hijo en mi consultorio. Una primera entrevista. Héctor toma de inmediato la palabra.
-Hace meses que Fran me evita; no contesta el teléfono ni mis mails. Si lo voy a buscar lo noto crispado. No sé qué hacer; yo pienso que daña estar aislado, que es mejor que busque, que mire afuera, que retome la facultad. Podríamos esca- parnos a algún lado, donde él sugiera; salir de ese cuarto, largar la computadora. Si no quiere ver a sus amigos (tiene montón de amigos) (y de amigas) que al menos haga vida familiar… 
Miro a Fran. Ha escuchado con inocultado fastidio y se toma tiempo, un tiempo seco y vasto para soltar. Mi viejo- dice- anda buscando la excul- pación y no para de hablar de eso. No para. Como si no hubiere otra cosa que importe, que le importe. Está bien: que siga, que siga así, siempre y cuando quede muy claro que yo no soy ni seré su interlocutor: asfixia.



4 comentarios:

  1. marta: por qué no se habla de la responsabiliad del hijo. Estaba enojado porque el padre porque estaba con otra mujer, quiso castigarlo por eso? Parece que tú tampoco perdonas al padre...Un saludo, Goyo

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  2. Goyo: nunca sabremos si el hijo quiso hacerle saber al padre cuán doloroso es ser incluido en "la vida hogareña que asfixia”, y cuán doloroso que esa fuera la razón /excusa para promover el divorcio. Y en ese querer hacer saber e infringir dolor, como suele suceder, el hijo resultó herido en el sentido más complejo del término. He ahí un padre buscando la exculpación, y un hijo asfixiado por esa búsqueda. Y la analista que los recibe en esa primera entrevista, que sólo quiere narrarnos la escena de forma objetiva… como si eso fuera posible.

    Un saludo, un hasta pronto, Marta

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  3. Señora, su blog resulta agradable; también la temática (uno supone que se trata de sesiones psicoanalíticas); lo que falla acá es la escritura correcta de las historias. Hay demasiadas palabras, mal uso de los verbos, una cierta dificultad para contar sin perder el hilo, como se dice. No digo todo esto en son de crítica sino para que trabaje más el lenguaje. Su cuida más la forma todo lo demás se solucionará. Saludos. Gloria.

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  4. Gloria: muchas gracias por sus palabras.
    En efecto se trata de historias -ficciones- contadas por una psicoanalista irreverente. Y como verá, también cuenta de forma irreverente.

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